sábado, 30 de mayo de 2015

PARA MARÍA GARCÍA ESPERÓN

(AGO. Sólo lo fugaz permanece. 2015)

PARA MARÍA GARCÍA ESPERÓN. MADRID, 19-5-2015

A María le debe la Antigüedad un mito,
una ensenada próxima a la palabra tiempo
y el laurel más frondoso del silencio de Ítaca.
De María fabrican en Fenicia fragancias
y le han puesto su acento a los mejores vinos.

A María le ofrendan las estatuas su estima
y, al escucharla, forman un esplendente séquito
por su cadencia urdida con vocales marinas
y tinte del instante más puro y más intenso.
Por su voz invasiva como un bancal de niebla.
Por su arraigo de olivo en las antiguas fábulas.
Por su pasión tan cóncava como un palacio inmenso.
A María le debe Virgilio unas proezas. Y Roma unas lucernas
y unos mansos corceles
y Alejandría epítomes donde prendan papiros en la humedad
del verso. Y Tiro velos tenues tejidos con la estela
de trirremes y naves. Y Micenas dos tardes de siroco y crepúsculo 
por los brazos de Homero.
A María le gustan las diosas que se peinan en el humano espejo
de la aurora
y añoran la textura del agua y la resina.
Las diosas que recuerdan su casa y su pasado,
sus ocas vivarachas, sus matas de romero
y el retorno tranquilo de los bueyes rendidos
y el olor de los lienzos batidos por la brisa
y el romper de las olas sobre las escarpadas riberas de Cartago
y las manos de un padre veraz y consejero.
Le entusiasman las diosas que piensan con temor la muerte inexorable
de sus seres amados
y ambicionan la púrpura de los días comunes,
los almuerzos que bullen en las humildes redes,
los hermanos que aguardan con el pan en la mesa.
Diosas desengañadas, anónimas y esbeltas como el ciprés de Jonia.
Diosas de carne y hueso.

A María le hechizan los dioses que sonríen y sueñan con sembrados
de paz y espantapájaros, con los antepasados
que les forjan sandalias bajo una higuera anchísima,
y los fieles muchachos con los que recorrieron su infancia
luminosa.
Los dioses que aún lloran, sin pudor ni desmérito, al mirar las estrellas
bajo una noche vasta
de verano y chicharras
y se encuentran tan solos que darían su reino a cambio de un abrazo
o de una hora de vida verdadera.
Los dioses que quisieran asomarse a los puertos y empaparse en la plata
de los peces muy frescos.
Los dioses que a menudo, sin reverencia alguna, visitan las tabernas
y narran su rutina sobre un mármol tallado o el hombro de un paisano
con quien toman un trago.
Le atraen las heroínas que caminan descalzas y sienten en sus pies
el calor de la arena que pisa el pescador o la esposa bendita
que recolecta algas y finas caracolas. Las que tatúan su carne
la efusión que lleva
a cruzar los océanos por el amor de un día y un tacto para siempre.

A ella le fascinan los héroes que pierden un feudo y una gloria
para ganar un beso.
Las verdades perpetuas, los épicos mensajes
de un hexámetro en flor;
le inflaman los dialectos que desprenden salud,
los príncipes que vuelven a su pueblo y su ayas.

(Por todo ello, María, gracias desde los clásicos
y desde aquí y ahora.
Gracias por acercarnos a estos mapas lejanos
y a estos nombres tenaces.
Gracias porque ellos viven
a través de tus cantos y de tus letanías
y de estar menos muertos).

Con María García Esperón y Santiago Montobbio. 
Presentación de Dido para Eneas de María García Esperón.
Librería Juan Rulfo del Fondo de Cultura Económica, Madrid. (19-5-2015)

viernes, 15 de noviembre de 2013

SE QUEDA EL ALMA

(AGO. Bruma de Latores. Octubre, 2013)



Hoy hace años sobre ti la tierra.
Casi tendrás la voz
acostumbrada
al lenguaje vivaz de las raíces,
casi serás ahora un campesino,
porque seguramente te estaba reservada
una finca pequeña con árboles frutales
y una presa y un tordo.
Cada mañana irás, feliz y campechano,
a limpiar la maleza a tus viveros
y cada tarde, solo,
leeráas a la sombra un poco de tu Homero.
Enseña a hablar en griego a los difuntos,
diles cómo decían los dioses padre, beber agua,
o cosechar el instante,
cómo cantaba el hombre la vida pasa.
Muéstranos a tu maneera
                    -te entenderemos-
en qué aldea cultivas de la muerte,
por si alguno se fuera de nosotros que te llevara
unos sanjuanes, la tabla de mareas
y unos jilgueros.

Hoy hace peso sobre ti la tierra,
pero nadie mejor que tú para saber
que si se muere el cuerpo se queda el alma.

                                              (A Cristóbal Rodríguez, in memoriam)

domingo, 27 de octubre de 2013

Otoño en flor


(AGO. Ocre y silencio. Valdemurio. 2011)
 
 
Hojas caídas.

Mis pies sobre el otoño.

Sobre mí, el tiempo.

sábado, 6 de abril de 2013

NOCHE EN DELFOS


(Mar lejana)
                                     
Desde Delfos veíamos

la bahía de Itea.

Yo sentía las naves

atracar silenciosas.

Tú recitabas versos

del poeta de Paros.

La luna iluminaba

tu perfil hermosísimo.

Cenamos frescos peces

bajo la espesa parra.

Y esa noche bailamos

sirtakis muy antiguos      

con amor en los brazos.
                                  (Para I. R. de A.)

viernes, 5 de abril de 2013

ESTACIÓN DEFINITIVA


(AGO. Crestas y nubes. 2011)
 
Quedó sin hojas

como en noviembre

queda la higuera.

 

Pero en su cuerpo

nunca jamás

volvió a posarse la primavera.